El próximo 14 de abril celebramos el 80 aniversario de la proclamación de la II República. La República como forma de Estado, supone, simplemente, la culminación de un sistema democrático para todas las instituciones de un país. Considero que es una contradicción difícil de explicar, sin acudir a argumentos situacionistas o de contexto, defender un sistema democrático para nuestro país con la excepción de la Jefatura del Estado que viene determinada por la Ley de Mendel (por genética). Desde un punto de vista democrático, si asumimos que España ha superado los traumas y miedos generados por del franquismo, una sociedad madura y avanzada no puede sino organizarse en una república, tal y como ya lo hacen cada vez más estados. El juicio de la historia, en términos amplios, es inapelable: Las monarquías van desapareciendo y son sustituidas por regímenes republicanos. Me atrevo a apostar a que el centenario de la proclamación de la II República lo celebraremos institucionalmente sin reyes ni reinas en nuestro país.
Ahora bien, el republicanismo en nuestro país siempre ha estado ligado a una ideología claramente de izquierdas. Y es que, nos guste más o menos, desde 1931 la defensa de la República significa también la defensa de la laicidad del Estado, de un reparto justo y equilibrado de la riqueza, de una enseñanza laica, universal y de calidad, del reconocimiento de amplios derechos laborales y sociales, de planteamientos democráticos y plurales con respecto a la cuestión territorial, etc.
Somo muchos quienes nos identificamos con la república como culminación de un sistema democrático, y también quienes asumimos que una república realmente avanzada debe estar inspirada por criterios como los citados, pero esto no significa que queramos regresar a 1931, todo lo contrario, queremos retomar todos los aspectos positivos y constructivos de nuestra historia, precisamente para transformar el futuro de nuestra sociedad sin repetir errores y sin volver atrás. Queremos celebrar el centenario de la proclamación de la II República en una socidad más democrática (sin monarquía), más justa (sin explotación), más libre (sin imposiciones de los mercados) y más solidaria (sin egoísmo).
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